Comparaciones necesarias y aclaraciones fundamentales
Mientras no se conozca más sobre este asunto o consigamos comprobar la autenticidad de los documentos, no podemos negar ni ignorar lo que se cuenta, pero tampoco convertirlo en una verdad categórica. Por eso es necesario analizar este asunto sobre una base más consistente, olvidando -si es posible- la frase que parece haber quedado grabada en la memoria del librero Guillermo Blázquez.
Leer a Galdós
Los datos ofrecidos por el reputado librero a la Cadena SER corresponden a sus recuerdos de hace unos treinta años. Acostumbrado a ver documentos antiguos, indica que pudo leer en pocos minutos unas cartas de Galdós. Señala, además, que «Me mostraron un estuche con las cartas, calculo que habría entre 70 y 80» y que algunas tenían «el sello de las Cortes», dato irrelevante porque, a estas alturas, la mayoría de la gente sabe que Galdós fue diputado a Cortes por Puerto Rico entre 1886 y 1890; después por Madrid en las legislaturas 1907-1910, 1910-1914 y por último diputado por Las Palmas de Gran Canaria: 1914-1916. Algunos de estos periodos se corresponden con la relación de amistad y después amorosa con Emilia Pardo Bazán. Incluso existen unas cartas de doña Emilia dirigidas al escritor entre 1907 y 1915.
El siguiente audio es una síntesis de la entrevista, quizá muy desenfadada para la importancia de la noticia.
Leer la letra de Galdós es tarea complicada, y mucho más reconocer de carrerilla el contenido de un manuscrito suyo. Así lo han asegurado personalidades del mundo galdosiano que estudiaron profusamente el epistolario durante muchos años. Ellos, así como los herederos del escritor, pueden diferenciar las cartas oficiales de las sentimentales, o dirigidas a amigos, por el tratamiento que utilizaba Galdós en cada una de ellas. Esto no quiere decir que se dude de la profesionalidad del señor Blázquez, pero muy a la ligera ofrece la frase sobre los gustos gastronómicos de Galdós, aunque se justifique restándole importancia.
Cartas íntimas
Mucha gente es partidaria de que las cartas íntimas de Pérez Galdós a Pardo Bazán no se publiquen. Ni el propio Galdós lo hubiese aprobado, puesto que era muy discreto y tomaba todas las precauciones; incluso la de pedir a los destinatarios que se las devolvieran o las destruyeran. A este respecto, leemos dos cartas muy significativas escritas por Galdós a Concepción Morell en 1892:
«¿Apostamos a que no has hecho lo que te dije de romper las cartas? Si no lo has hecho, hazlo por favor, no seas descuidada; aprende a vivir. Cuando me contestes di si has roto los papeles […] Romperás las cartas y esta principalmente, después de enterarte».
«La carta que te mando es de amigo, pero de amigo que se interesa por ti, de amigo cariñoso. No puede ser de otra manera. Carta de amante no puede ser. No sé cómo se te ha ocurrido tal disparate. Porque las cartas de amor no se enseñan».
Por Emilia Pardo Bazán sabemos que a ella también se lo había pedido, o al menos le había indicado que se las “restituyera”.
En efecto, aquel baúl salió de la calle Velázquez, 15, residencia de Benito Verde Pérez-Galdós, con destino a la Casa-Museo. Iba acompañado por el retrato de Galdós pintado por Joaquín Sorolla, la carátula de Voltaire.
María Pérez-Galdós Cobián tuvo amistad con Teodosia Gandarias. Tal fue el afecto profesado, que los gastos del entierro de Teodosia los costeó la hija del escritor. Recordemos que Galdós la había incluido en su testamento, pero, desgraciadamente, ella falleció el 31 de diciembre de 1919 y Don Benito cuatro días después.
María recibió de los familiares de Teodosia la correspondencia que mantenía su padre con ella, además del gramófono y los discos (entre 60 y 70) que la pareja escuchaba. La hija del escritor envió este legado a la Casa-Museo.
La existencia de estas cartas puede razonarse. La correspondencia conocida se extiende desde 1906 a 1915, época en que Galdós se interesará por el epistolario como parte de su legado. En 1914 le dice a Ramón Pérez de Ayala en carta del 22 de diciembre:
«Como el tiempo pasa, deseo saber en qué estado se hallan el proyectado libro del Censo de mis obras, y no los no menos interesantes del Epistolario».
Luis Verde Muntan, bisnieto de Galdós, recuerda la visita de personas estudiosas de la vida y obra del escritor que pasaban por la casa de su abuela María para revisar manuscritos y correspondencia. Asegura que las cartas íntimas nunca se enseñaban.
Dice Verde Muntan que esas visitas no quedaban solas en ningún momento, siempre había alguien de la familia vigilando para evitar descuidos o hurtos; incluso él hizo de vigilante en varias ocasiones. Recuerda, como anécdota, la buena merienda y las pesetas recibidas de su abuela por la labor realizada.
El celo de los herederos de Galdós sobre su legado es tal que todo quedó debidamente anotado, incluidas las posteriores ventas, donaciones y cesiones.
La importancia del epistolario
El librero termina por quitar hierro al morbo de la frase, pero lo traslada al hecho de que produce uno mayor el saber que las cartas existen, pero no se dan a conocer. ¿Qué se pretende?, ¿especular con el valor de la colección?
El lenguaje y las expresiones del escritor en las cartas íntimas conocidas carecen de todo erotismo; son frases sugerentes, sutiles, con significados que el receptor sabe interpretar y comprende. Los siguientes ejemplos corresponden a cartas escritas a Teodosia entre 1906 y 1907.
«Mañana iré, pase lo que pase. […] Mañana oiremos juntos el gramófono. ¡Ay, ay!».
«Si mañana puedo llegar a ti, pondré remedio a este descuido. Lo que no hicimos antes lo haremos en días próximos».
«Con ésta te anticipo ya infinitas caricias. […] Leeremos otras cosas, y charlaremos, y haremos lo que nos dé la gana en nuestra feliz soledad».
Lo importante en las cartas íntimas son los diálogos, el pensamiento y la opinión, con el mismo interés y relevancia las escritas a María, Concepción y Teodosia o entre dos grandes literatos.
Los datos que puedan ofrecer las supuestas cartas de Galdós a Pardo Bazán son fundamentales para situar a ambos en un momento de la historia, de sus vidas y de sus obras. Esto es lo que interesa a estudiosos e investigadores.
No se puede obviar el excelente trabajo realizado por Alan E. Smith, María de los Ángeles Rodríguez Sánchez y Laurie Lomask para el libro Benito Pérez Galdós. Correspondencia (Cátedra, 2016) o los de María de los Ángeles Rodríguez Sánchez sobre el estudio del epistolario Pérez Galdós-Concepción Morell.
Los rumores
Decía Galdós a Concepción Morell:
«Has hablado de amistad íntima, aumentada o estrechada con las murmuraciones. ¿Tú sabes bien lo que esto significa?»
Murmuraciones, cotilleos, leyendas, rumores; inconsistencias que pueden acercarnos a una verdad o convertirse en una mentira absoluta. Las nuevas tecnologías han creado términos para la rumorología, las muy de moda “fake news”; los bulos que la RAE define como «Noticia falsa propalada con algún fin». Por cierto, la acción del verbo propalar es: «Divulgar algo oculto que generalmente se considera negativo». Hasta ahora lo único positivo que podríamos hallar en todo esto es que dieran a conocer las cartas.
En favor de los periodistas autores de las noticias sobre estas cartas, reconocemos que los datos que han recibido están cargados de contradicciones, similitudes con otros hechos o turbias y oportunistas especulaciones que ocultan algún fin.
Existe una coincidencia sobre los rumores del epistolario de Galdós en los que, curiosamente, entra en juego la familia Baroja. Distan más de setenta años entre un rumor y el que se ha conocido ahora. El más actual hace referencia al escuchado hace treinta años y que aparece en la noticia publicada el pasado 11 de diciembre en El País. Dice así: «Trapiello recuerda además que hace tres décadas, más o menos cuando Blázquez leyó las cartas galdosianas, escuchó a la librera Herminia Muguruza comentar con Julio Caro Baroja que se pedía un dineral por las cartas de Benito Pérez Galdós a Emilia Pardo Bazán».
En absoluto dudaremos de lo indicado por Andrés Trapiello, quien dice haber sido testigo de aquella conversación. No es la intención rebatir su comentario, sino únicamente razonar a partir de hechos conocidos -que los hay-, y que permanecen escritos. Me refiero a lo publicado por Luis Bonafoux en El Heraldo de París (1902) sobre la relación de Galdós con Concha Morell que podéis leer en las páginas 287 a 289 de Benito Pérez Galdós. La figura del realismo español, donde, además, se dice lo siguiente:
«No puedo afirmar que este recibiera información de la propia Concepción Morell, a pesar de asegurarlo Pío Baroja en Desde la última vuelta del Camino donde, al referirse a Bonafoux y la relación Galdós-Morell, dice:
«Tenía un archivo de cartas y de periódicos de todo el mundo y muchos datos acerca de los escritores españoles. Una vez en el bar Criterion de la estación de San Lázaro, mientras él esperaba el tren de las afueras, comenzamos a hablar de Galdós, y Bonafoux lo puso por los suelos. Se había portado, según él, de una manera indigna con una muchacha abandonada que vivía en Santander y que tenía un nombre judío. Creo que Ruth, Ruth Muller o Ruth Morel».
Al parecer, según Pío Baroja, Bonafoux le había enseñado cartas de Morell. ¿Una verdad? ¿Un pretexto para difamar la figura de Galdós?»
Pío Baroja; después su sobrino, Julio Caro Baroja; rumores sobre cartas de dos mujeres: para Pío, las de Concepción Morell; para la librera Muguruza a Julio, las de Emilia Pardo Bazán.
Mucha casualidad, ¿no? Más cuando, según los datos cronológicos ofrecidos por el librero Guillermo Blázquez, ratificados por Trapiello, el comentario a Julio Caro Baroja se hace el mismo año o al siguiente de haber ingresado el legado Agustín González de Amezúa en la Real Academia Española.
Sobre el legado Agustín González de Amezúa
La documentalista y bibliotecaria María Isabel Sánchez García, ofrecía en 2018 toda la información sobre este legado en el blog de la Sociedad Española de Documentación e Información Científica. Los datos ofrecidos se citan en este capítulo.
Conocemos que parte de la documentación recibida por la RAE estaba desordenada. Corresponde a los legajos de Menéndez Pelayo que González de Amezúa identifica con el número 1 en la lista del testamento ológrafo: «Tres legajos de papeles y estudios de apuntes autógrafos de Menéndez Pelayo para diferentes obras suyas».
Así lo asegura la Academia en el portal digital de sus archivos: «Los tres legajos de apuntes autógrafos de Menéndez Pelayo se recibieron completamente desordenados. Formaban tres atados de papeles entremezclados, más que legajos propiamente dichos, por lo que la primera descripción que se hizo fue aproximada. Una revisión posterior permitió clasificar y ordenar los documentos…».
http://archivo.rae.es/index.php/legado-de-agustin-gonzalez-de-amezua |
También aseguran que no ingresaron en la Academia los documentos que González de Amezúa identifica en la lista con el número 7: «Correspondencia literaria donde se contienen cartas de Menéndez Pelayo y otros escritores interesantes, contenidas en unas carpetas». No ingresó nunca a la RAE. ¿Por qué? ¿Incluiría las cartas de Galdós?
En el punto 2 de la lista, González de Amezúa apunta: “Una correspondencia amorosa de «una célebre escritora con otro famoso novelista»”. Son las treinta y ocho cartas de Pardo Bazán a Galdós, ya digitalizadas, y que en su momento fueron publicadas por Carmen Bravo Villasante en 1974, cuando el legado aún no había ingresado en la RAE.
La descripción literal, según testamento, es la siguiente: «Una correspondencia amorosa de una célebre escritora con un famoso novelista, encerrada en un sobre de cartón con el título «Verlagsanstalt und Crukerei A», muy interesante para la biografía de ambos».
Ante el desconocimiento de temas hereditarios, ¿pueden los herederos manipular aquello que ha sido expresamente donado por testamento ológrafo?
Llegados a este punto podemos tener la sensación de que esto se va tornando “amarillento”, y no exactamente por la tonalidad del papel según va envejeciendo. Pero también se va volviendo todo más confuso.
Cronología de los legados conocidos
Basándonos en los datos ofrecidos por María Isabel Sánchez García; los correspondientes al archivo de la RAE; los obtenidos de otras fuentes y archivos; los verificados en antiguas y recientes noticias de periódicos, y las consultas hechas a los herederos de Pérez Galdós, podemos hacer una cronología aproximada sobre los legados conocidos.
- 1936 – Jaime Quiroga y Pardo-Bazán y el hijo de este son arrestados y fusilados.
- 1938 – Se supone que en esta año se queman en el Pazo de Meirás las cartas de Galdós y otros documentos.
- Principios de los años 40 – Se produce el robo de las cartas en la casa del académico.
- 1943 – Se publican las cartas de Pérez Galdós a Mesonero Romanos.
- 1951 – El Museo Canario publica el catálogo La Biblioteca de Benito Pérez Galdós, realizado por Hyman Chonon Berkowitz.
- 1953 – Agustín González de Amezúa redacta y firma testamento ológrafo: «Lego a la Real Academia Española, en levísimo testimonio de gratitud por haberme honrado tanto llamándome a ella, y como pequeña expresión del grande afecto que la guardé siempre, los objetos, papeles, estudios y cantidades que dejo reseñadas en la adjunta lista escrita en máquina, rogándola que se sirva aceptarlos y con un saludo cordial para mis compañeros. Madrid, 25 de octubre de 1953. A. González de Amezúa [firma y rúbrica]».
- 1956 – El 10 de junio fallece Agustín González de Amezúa.
- 1959 – Fallece Manuela Esteban-Collantes Sandoval, condesa de Esteban Collantes, esposa de Jaime Quiroga y Pardo-Bazán.
- 1969 – Se exhiben manuscritos, autógrafos y cartas de Galdós en la Semana Galdosiana celebrada en el Real Club Náutico de Gran Canaria.
- 1970 – Fallece María de las Nieves (Blanca) de Quiroga y Pardo-Bazán, III condesa de Pardo Bazán (Título oficial: II condesa de Torre de Cela). Su hermano Jaime había fallecido en 1936 y su hermana María del Carmen en 1935.
- 1971 – Se publican en un periódico mejicano tres cartas de Pardo Bazán a Galdós.
- 1972 – Fallece María Pérez-Galdós Cobián, hija de Benito Pérez Galdós.
- 1972 – Los herederos de Pérez Galdós envían a la Casa-Museo Pérez Galdós un baúl que contiene epistolarios y otros manuscritos y libros. Iba acompañado por el retrato de Galdós pintado por Joaquín Sorolla y la carátula de Voltaire.
- 1973 – Inicios de los Congresos Internacionales Galdosianos.
- 1973 – Una noticia habla de la desaparición de los expedientes de Galdós del Instituto de La Laguna. El director de la “Casa de Galdós” indicaba que podrían encontrarse en la “Universidad de La Laguna”.
- 1974 – Carmen Bravo Villasante publica las cartas de Emilia Pardo Bazán a Galdós. Se corresponden con las que conserva la RAE, aunque la biógrafa nunca dio a conocer la procedencia de estas.
- 1978 – En febrero se produce un incendio en las dependencias del ala izquierda del Pazo de Meirás. Las noticias hablan de la pérdida de varios objetos y documentos pertenecientes a Franco que habían sido traídos de El Pardo después de su fallecimiento.
- 1978 – En octubre se conoce la noticia de la donación de 7840 libros pertenecientes a la biblioteca de Emilia Pardo Bazán. Fue donada por Carmen Polo a la Real Academia Gallega. El Diario de Burgos del 1 de octubre indicaba: «Entre las piezas que componen la donación no sólo figuran libros sino también boletines de las provincias gallegas del siglo pasado y otros documentos de gran valor histórico».
- 1979 – En noviembre se celebra el acto oficial de entrega de los libros a la Real Academia Gallega. En los discursos pronunciados se dio cuenta de la composición de la donación; no se hizo referencia a manuscritos ni epistolarios.
- Entre 1971 y 1983 - Walter T. Pattison identifica en la Casa-Museo Pérez Galdós un total de nueve cartas inéditas de la correspondencia de Pardo Bazán a Pérez Galdós. En la actualidad se conservan en la Casa-Museo cuarenta y seis cartas.
- 1989 – El 10 de junio ingresa en la RAE el legado Agustín González de Amezúa. No está completo y algunos documentos aparecen desordenados. Incluye treinta y ocho cartas de Pardo Bazán a Galdós.
- 1989-1990 – Años aproximados en los que el librero Guillermo Blázquez tiene acceso a las cartas de Galdós a Pardo Bazán y Andrés Trapiello escucha el comentario hecho por la librera Muguruza a Julio Caro Baroja.
- Años 90 – La RAE realiza el inventario del legado Agustín González de Amezúa.
- 1990 – El Cabildo Insular de Gran Canaria publica el libro Biblioteca y archivo de la Casa-Museo Pérez Galdós, de Sebastián de la Nuez, en el que se compara el realizado por Hyman Chonon Berkowitz.
- 1995 – El 18 de agosto fallece Julio Caro Baroja después de una larga enfermedad. Hacia 1996 – Se traspasa la Librería Pérez Galdós.
- 2013 - Isabel Parreño y Juan Manuel Hernández publican Miquiño mío. Cartas a Galdós (Editorial Turner, Noema. 2013), que contiene un total de 93 cartas.
- 2016 – En la Casa-Museo Pérez Galdós se presenta el libro electrónico Cartas de amor clandestino (y pública amistad) en la que aparece un total de 93 cartas.
- 2018 – La RAE publica en el portal digital de sus archivos la descripción del inventario legado por Agustín González de Amezúa.
- 2019 – 2020 – El Cabildo de Gran Canaria aprueba la propuesta de adquisición de 36 cartas de Galdós a su hija María, los manuscritos de las novelas La de Bringas (1884) y La Familia de León Roch (1878), grabados dedicados a Galdós y realizados por Vicente Blasco Ibáñez y Josep Llovera i Bufill, dos grabados de la colección privada de Galdós, uno de CR Leslie y otro de Leopold Flameng, 13 grabados originales a pluma de los Episodios Nacionales Ilustrados y otros 40 grabados originales de los Episodios Nacionales sin enmarcar. Todos de propiedad de los herederos de Galdós. [https://www.canarias7.es/cultura/el-cabildo-adquiere-36-cartas-de-galdos-a-su-hija-maria-FN8528430]
- ¿? – Desconocemos en qué momento ingresan en la Biblioteca Nacional de España cinco cartas de Pardo Bazán a Pérez Galdós, fechadas posiblemente entre 1887 y 1891.
http://bdh.bne.es/bnesearch/detalle/bdh0000200019 |
Con esta cronología aproximada advertimos que las cartas de Pardo Bazán, coleccionadas por Agustín González de Amezúa, son vistas después del fallecimiento de este y publicadas mucho antes de ser entregadas a la RAE.
Los herederos de Pardo Bazán
Emilia Pardo Bazán fallece en 1921. Hereda el condado su hijo Jaime, quien es fusilado junto al nieto de la escritora en 1936. Hereda su hermana María de las Nieves (Blanca) Quiroga y Pardo-Bazán, III condesa de Pardo Bazán (Título oficial: II condesa de Torre de Cela), quien fallece sin descendencia en 1970. En 1959 había fallecido su cuñada, Manuela Esteban-Collantes Sandoval, condesa de Esteban Collantes.
Entendemos que todas las pertenencias familiares y propiedades estaban en poder de las citadas, quienes pudieron hacer de ellas lo que les pareciera conveniente. En BOE del 22 de agosto de 1968 se publica la aceptación del legado de Manuela Esteban-Collantes Sandoval al Museo Provincial de Bellas Artes de La Coruña, consistente en un retrato suyo y un antiguo tapiz titulado “De la muerte”.
A partir de aquí podemos entrar en la farragosa historia del Pazo de Meirás, tan popular en estos días y en la supuesta donación de este a Francisco Franco, hecha por las dos señoras, según dicen; y la biblioteca, supuestamente obsequio de Blanca Quiroga al dictador.
Cartas de Pardo Bazán a Pérez Galdós y viceversa
De las cartas de Emilia Pardo Bazán se han publicado un total de 93 en el libro Cartas de amor clandestino (y pública amistad) 2016, Hora antes editorial. En principio, corresponden a los archivos de la Real Academia Española (ya citados), Biblioteca Nacional de España y Casa-Museo Pérez Galdós. Aunque no lo indican, podemos suponer que algunas cartas corresponden a colecciones privadas.
El investigador Juan Ávila Arellano, en su ponencia Doña Emilia Pardo Bazán y Benito Pérez Galdós en 1889. Fecunda compenetración espiritual y literaria (IV Congreso Internacional de Estudios Galdosianos. 1990), indicaba que habían aparecido tres cartas publicadas en el periódico mejicano El Excélsior (14 de noviembre de 1971), estudiadas e identificadas cronológicamente por el profesor Walter T. Pattison. Este último añadirá alguna carta inédita más, encontrada en la Casa Museo Pérez Galdós. En 1983 aparecen seis cartas más, correspondientes al otoño-invierno de 1891.
Es posible que Pardo Bazán restituyese las cartas, pero no todas; tal como indica el librero Guillermo Blázaquez al referirse a «entre setenta y ochenta».
En La Razón del 13 de diciembre se especula sobre la posibilidad de que las cartas fuesen robadas del domicilio de Jaime Quiroga y Pardo-Bazán durante los sucesos de 1936, mediando quince años desde el fallecimiento de doña Emilia. Para entonces, es probable que todo el legado de la escritora permaneciera en el Pazo de Meirás, incluida la correspondencia que mantuvo con varios literatos y otras personalidades, como referimos en la cronología (1978).
Por las características especiales que se observan en las cartas íntimas
de Don Benito a las mujeres que formaron parte de su vida, es lógico
dudar de la pericia de milicianos o saqueadores en identificarlas.
Volvamos al punto 7 de la lista adjunta al testamento ológrafo: «Correspondencia literaria donde se contienen cartas de Menéndez Pelayo y otros escritores interesantes, contenidas en unas carpetas». Recordemos que esa documentación no ingresó en la RAE.
Aquella caja quizás no tuvo por destinatario en 1938 a Blanca Quiroga y Pardo-Bazán sino que fue a engrosar la magnífica colección del académico. Más adelante podréis escuchara a Clara María González de Amezúa y Noriega, decir que a su padre «se las dieron».
Pobre los herederos, a los que les cae esta pesada losa sin tener arte ni parte. Posiblemente estemos hablando de un expolio, no fraguado, pero sí consentido.
Después, el anuncio de un robo.
Las indicaciones del librero, quien estuvo negociando con el supuesto ladrón, apuntan a familiares de González de Amezúa o de otros herederos de un académico con vivienda en el barrio de Salamanca. En definitiva, sólo él conoce al actual ¿"propietario"?.
¡Ay, Don Benito! ¡Si levantara la cabeza! En este asunto no puede estar mejor representada su obra, sus denuncias, las miserias de esta sociedad.
El epistolario de Galdós en la Casa-Museo
Al parecer se echa en falta un libro de registro que existía en la Casa-Museo. Esto ha sido ratificado por quienes alguna vez tuvieron la oportunidad de consultarlo.
Cuando Galdós construye la finca San Quintín en Santander, lleva allí todos los manuscritos de sus obras, su biblioteca y demás enseres, incluidas fotografías y epistolarios. Desde 1912 hasta 1920 vivirá en la calle Hilarión Eslava con su sobrino José Hurtado de Mendoza; este ofrecerá al Museo Canario la donación de «los muebles de mi propiedad que constituían la alcoba de mi tío Benito Pérez Galdós, y que se encontraban en ella el día de su fallecimiento».
El museo aceptará la donación y la alcoba, junto a otros enseres del escritor, llegarán a Canarias a principios de 1921. Una noticia publicada el 24 de septiembre en el diario tinerfeño La Prensa daba cuenta de la donación, consistiendo ésta en mucho más que una alcoba.
Finalizada la Guerra Civil, Rafaelita se exilió a México, donde al parecer se hizo pasar o era conocida como nieta de Pérez Galdós. Aunque es difícil precisarlo, quizás algunas cartas, como las publicadas en el diario mejicano El Excélsior o el lugar de procedencia de las de Concepción Morell, puedan tener algo que ver con Rafaelita.
Nada podemos asegurar, pero en este caso prima la lógica, sobre todo cuando las posibilidades son claras y asociadas a una persona que vivió con Galdós y en la casa que él habitó los últimos años de su vida. Rafaela González Muñoz falleció en 1996.
Cortinas de humo
Mucho humo salía de la torre del Pazo de Meirás; tanto, que posiblemente sirvió de cortina para tapar negocios fraudulentos, expolios, y cualquier tipo de maniobra ajena a los herederos: sean estos los de Pardo Bazán, los de Pérez Galdós o el propio Estado.
Da la sensación de que en los años setenta, después de fallecidas Blanca Quiroga y María Pérez-Galdós Cobián, comienzan a aparecer cartas por todas partes, independientemente de las conservadas por González de Amezúa en época anterior.
En los ochenta aparecen algunas más, y a finales de esa década la presencia del librero en una casa donde le muestran las cartas de Galdós. Ahora dicen que las robaron antes del fallecimiento de González de Amezúa, y de la manera más tonta; sin embargo, los legajos de Menéndez Pelayo estaban todos revueltos y no ingresó a la RAE parte del legado.
Con todo lo explicado y el orden cronológico de diversos acontecimientos, esta historia del epistolario plantea muchas dudas. Si entre los años 30 y 40 el investigador Hyman Chonon Berkowitz realiza el inventario de la biblioteca perteneciente a Pérez Galdós, el interés de los bibliófilos debió intensificarse; por consiguiente, se abriría el mercado de blanqueo de documentos expoliados.
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